entre la humedad de esas mañana bien frescas, que te hacen acordar de que no estas haciendo algo convencional, y te sentís como faltando a la escuela, manejando un colectivo con un par de monedas sabiendo que frena lejos de donde hay que ir, pero no importa, estas haciendo algo diferente, nada importa ni siquiera que el día esta nublado o que el agua que tenes ya está fría.
De vuelta la pregunta de que hago ahí esperando, en un lugar que no conozco a alguien que apenas conozco, pero nunca hice las cosas bien, y no tengo razones para empezar todavía... es un desorden pero nunca fui ordenado tampoco... me habla un tren azul que estaba llegando, y me sentí extraño, pero no era tan grave, no era eso lo que me decía cosas, era una pared... hablaba... y cambiaba de colores. Un lugar raro con una magia inusual, que solamente tiene lugar para esperas momentáneas, no existe forma de sentarse sin provocar una avalancha de gente al instante siguiente.. encontré en una parte alejada casi en sombras, cuatro modestos bancos individuales, no pregunte, pero creo que esta reservado para la gente decepcionada, vi un cartel: limite de uso de 45 segundos... ese galpón gigante lleno de gente apurada no da lugar a las decepciones.
Entonces se abre una reja de donde empieza a salir gente amontonada chocándose todo lo que tiene delante, vaciando la entrada al anden, ahí en el medio acomodando un bolsito de cuero rustico sonríe, suspira y se acerca a donde yo estaba parado, no escucho nada, la terminal parece vacía y en esa mirada indestructible se detuvo el tiempo.
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