martes, 8 de diciembre de 2009

Carta de un hombre sin mas atardeceres

llegando a la cocina, sobre la mesa del comedor que usamos todos los dias pero nunca para los eventos importantes, descansa apoyado sobre la canasta de frutas de plástico, un sobre abierto. Desde entonces cada mañana se vuelven a escribir las mismas unicas y ultimas palabras:

Esta mañana tuve una idea, la misma con la que me encuentro cada mañana, pero que no logro recordar segundos después de la modorra de siempre, ahora que el futuro que me depara escribir esto esta escrito no puedo volver atras, prefiero esquivar otra vez las dos, tres o quince balas que me quisieran alcanzar, llegar corriendo a casa y pedir que me abran la puerta del vecino para saltar el tapial, para que despues aunque te encontrara durmiendo con mis llaves en la mano me dieran ganas de invitarte un café, otra vez, otras cien veces, quiero volver, verte, rebobinar y volver a la monotonía que ahora extraño. Me levanto con la carta que escribo cada noche en la mano, y se que aunque te intriga lo que dice no llegarías a leerla ni aunque te lo pidiera y se también que si tuvieras que leerla no querrías hacerlo, por miedo, por saber. Lamento haber vaciado de nosotros la parte de vos que soy yo, alejarme de todo averiguando si prefiero que la nada que dejo en mi lugar represente algo o sea fácil de llenar por comodidad, ayer volvi por ultima vez perdón por no estar acá.


Tomas