Hoy quiero agradecer, puntualmente a los que están, y estuvieron siempre, hasta en los momentos mas difíciles.
Pero hay cosas raras de la naturaleza humana, que son inexplicables, esa cuestión competitiva de corte futbolístico que nos llena de ganas de ser todavía mejores, quiero agradecerles, a todas las personas que alguna vez me dijeron que no iba a lograr nada de lo que me había propuesto, ellos fueron la fuerza para seguir arriba y esforzarme al máximo por ser el mejor en los momentos en los que todo es mas fácil, en que los problemas son simples. Gracias, y váyanse a la recalcada concha de su hermana.

Yo no me voy a callar, no puedo, la conciencia no me lo permitiría jamás. No creo justo, ni correcto, que tengamos que guardar silencio. Guardo respeto por estas personas, pero estoy seguro, de que si estuvieran acá en este momento, no querrían una gota de silencio. Todos los que cayeron; o estuvieron cerca, por los que tienen miedo, o que tienen eso que llaman “sensación”. No tendríamos por qué llegar a poner en la balanza la vida de dos personas, somos mejores que eso. No hay razón para que haya que comparar dos destinos, ni en el más mínimo de los aspectos. Llegar a este antagonismo entre ética y supervivencia. Mucha precaución, mucho luto y pocas soluciones. No se por qué carajo perdemos el tiempo quedándonos callados.